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Si comprendiéramos el gran regalo que Cristo hizo a la humanidad, al morir y resucitar por todos, nos sentiríamos profundamente convencidos del gran amor que Dios nos profesa; nos sentiríamos que sobre nosotros descansa una gran deuda con el Señor, y de hecho así es. Razón por la que podemos decir, la redención de Cristo es la respuesta evidente del inmenso amor que Dios nos tiene, ahora lo que está pendiente es la respuesta de cada ser humano.