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Cuando amamos o apreciamos a alguien, salen beneficiados sus seres queridos y sus pertenencias; así nos lo indica la experiencia que todos tenemos. Esta realidad antropológica nos permite comprender por qué amamos de una manera especial a la Virgen María. A continuación, les sugiero dos formas de amar a la madre de Dios: imitando sus virtudes (humildad, servicio, oración, perseverancia y entrega a Dios), y rezando el santo rosario. Les aseguro, que ella intercede con gusto por todos, bendiciones.